Hoy se ha celebrado ¨LA DIADA¨ o, lo que es lo mismo, el día de Cataluña, perdón, Catalunya o como demonios se diga ahora.
Un año más de celebraciones independentistas y otro en el que el Gobierno Central se baja los pantalones y permite la quema de banderas españolas y fotos del jefe de estado. De nuevo cuatro gatos pidiendo la independencia y el resto de la ciudadanía rascándose la barriga, en tanto que los disidentes hacen que todos los catalanes aparezcan ante los ojos del resto de los españoles, como independentistas acérrimos deseosos de ser una nación aparte.
Qué pena da ver como toda una generación se ha perdido por el laberinto que tejieron los nacionalistas catalanes con el beneplácito de quien gobernaba España y el consentimiento de un rey al que no le importa que le insulten o quemen su foto en nombre de una Cataluña que jamás tuvo rango de Nación, Reino o similar. Por mucho que ellos quieran reinventar la historia, gracias a las competencias concedidas a la autonomía, a lo máximo que han llegado ha sido a Condado de Barcelona bajo el Reino de Aragón y de ahí, a lo que son ahora, borregos en manos de quienes se están enriqueciendo con el cuento de la independencia, o malgastando en pseudoembajadas y faustos procatalanes mientras cierran centros de salud.
¿Pero qué importan los ciudadanos si estos lo consienten todo para llegar al final esperado?
Visto lo cual habría que preguntarse ¿son España y los españoles merecedores de tener entre nosotros a tan insigne pueblo? ¿Por qué no darles la independencia a ellos y a quienes la soliciten?
Nos insultan, queman nuestra enseña ¿a qué esperamos? Salgamos a la calle en apoyo de los nacionalistas, démosles lo que quieren pero, eso sí, acto seguido se cierran fronteras y no pisa suelo español ni el ¨embajador¨, que vivan de su comercio y trabajo (que todos tienen buena fama de trabajadores). Y si reclaman lo que piden como fondos compensatorios por lo que aportan a las arcas del estado, que nos devuelvan todo los que el malvado dictador, Francisco Franco, invirtió en industrias e infraestructuras por aquellas tierras en detrimento del resto de la nación.
Que devuelvan a andaluces y extremeños el sudor que nuestros paisanos derramaron construyendo los edificios y las redes de metro donde ellos no querían trabajar, ¿o eso no merece una compensación? ¿O no deben de compensar los años en los que se reían de los andaluces y de sus costumbres y solo servían para ser sus obreros menos cualificados? Claro que eso no se enseña en las escuelas catalanas, además han conseguido que la descendencia de esos emigrantes apoye sus exigencias gracias a gente como el amigo Montilla, nacido en Zueros, un pueblo de la serranía cordobesa que, como todo el mundo sabe, es punta de lanza del catalanismo.
COMO CAMBIAN LA HISTORIA LOS QUE MANDAN Y QUE POCA MEMORIA TIENEN LOS MANDADOS.
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